LITERATURA DE FIN DE
SIGLO XIX
MODERNISMO (1880-1918)
- Inconformismo del artista ante una sociedad burguesa (crisis finisecular)
- Rechazo de la sociedad de la época y de la estética realista vigente (antiindustrialismo militante)
- Creciente preocupación por los problemas espirituales y de la mente humana
- Desconfianza en el poder salvador de la ciencia.
ACTITUDES
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-
esteticismo formal
-
búsqueda de la
belleza y armonía
-
aristocratismo /
cosmopolitismo
-
exotismo / elitismo
-
indigenismo
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-
ideológica y
política
-
importancia de las
ideas frente a la forma
-
preocupación ética y
social
-
preocupación
filosófica y existencial
ß---------- -
tema de España
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-
intimismo
- tema nacional (búsqueda de
las raíces en la historia)
- renovación formal (nuevo lenguaje - renovación formal (cambios en los géneros
poético de mayor riqueza expresiva)
literarios)
MODERNISTAS GRUPO
DEL 98
(Rubén Darío, Manuel Machado, J.
R. Jiménez) (Unamuno, Baroja, Azorín, Maeztu)
(Antonio
Machado, Valle-Inclán)
POESÍA
PROSA (ENSAYO, NOVELA)
NEORROMÁNTICOS
(REVOLUCIÓN DE SOÑADORES)
GRUPO DEL
98 (NOVENTAYOCHISTAS)
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RASGOS COMUNES ENTRE SÍ:
a)
Afán de reconstrucción nacional (regeneracionismo)
b)
Búsqueda de la psicología e idiosincrasia del pueblo
español
c)
Descubrimiento del paisaje español. Castilla se
convierte en el símbolo de lo genuinamente nacional.
d)
Recuperación de autores y obras del patrimonio
literario y cultural español
e)
Españolizar Europa y europeizar España
a)
Influencia de filósofos en sus escritos
b)
Preocupación por el sentido existencial (tiempo,
sueño, ansia de inmortalidad, muerte)
c)
Pesimismo, desengaño, angustia vital son los
sentimientos más habituales
d)
Actitud meditativa y reflexiva
Preferencia por la prosa: novela y ensayo.
Estilo
descriptivo (pictórico), pero subjetivo (impresionista)
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RASGOS COMUNES CON LOS POETAS
MODERNISTAS:
a)
indigenismo: poesía modernista hispanoamericana
b)
esencia de lo español: noventayochistas
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COINCIDENCIA
EN LOS TEMAS DEL MODERNISMO POÉTICO Y DEL GRUPO DEL 98
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En todos ellos se muestra una dualidad entre lo trascendente y metafísico y lo sensorial y lo plástico. Los temas
trascendentes tienen su origen en la tensión
vital del hombre moderno y en la
crisis de valores.
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Los autores lo superan por el sentimiento, la
inteligencia, la pasión o la sensibilidad. El contraste vida-muerte recuerda
la esencia mortal del hombre y de la vida, su brevedad, la fugacidad e
inestabilidad del momento (herencia barroca)
Herencia
también del tempus fugit barroco,
pero ligado a las doctrinas filosóficas de Kierkegaard, Bergson, Nietzsche.
En muchos casos el tema adquiere caracteres de angustia ante lo fugaz y perecedero de la realidad. Se manifiesta
de forma abstracta o se materializa en elementos concretos
(relojes, ruinas, flores...). Se trata el tópico del ubi sunt mediante la nostalgia o evocación de recuerdos del
pasado.
Azorín utiliza la imagen del “reloj de arena” y dirá: “Nada
es eterno; todo cambia, todo pasa, todo perece”.
Rubén
Darío insiste en el carpe diem horaciano y en el carácter
irreversible del tiempo que conduce fatalmente a la muerte.
Antonio
Machado convierte al tiempo en la
raíz de su poesía.
En Juan Ramón
Jiménez el tiempo va unido a su anhelo de eternidad.
En Unamuno va
unido a su ansia de inmortalidad y constituye el hilo esencial de su
existencia. Coincide con Quevedo en que “vivir es ir muriendo”. De este tema
derivan otros: la preocupación por la vida y la muerte, el desengaño, el
pesimismo y el sentimiento religioso. Incluso el sensualismo y la búsqueda
de la belleza (apresar la esencia) tan comunes en los modernistas,
resultan de ese sentimiento de temporalidad y de fugacidad de las cosas. Hay un ansia de afirmar la vida mediante la
estética (idea que los relaciona
con Nietzsche)
La única manera de superar la angustia existencial es
la creación de una nueva realidad, mediante el sueño como medio de
evasión. Este nuevo universo tiene el mismo valor que la realidad (de nuevo
herencia barroca)
Juan Ramón
dirá: “He soñado mi vida y vivido
mi sueño”.
Rubén
Darío por su parte: “¡Ése es mi
mal, soñar!”
A.
Machado
considera mejor el sueño que la vida: “Si vivir es bueno, / es mejor soñar”
Azorín se pregunta: “¿Es un sueño la vida?”
Unamuno insiste en el
mundo como teatro, y en sus obras se incluye como personaje real dentro
de la ficción novelesca.
El concepto de la vida como sueño es constante y la
importancia dada a este tema es un síntoma de la crisis de valores del nuevo
siglo.
Para el Modernismo, el misterio sustituye a la
realidad de la vida, influido por Poe y Maeterlinck. Los modernistas señalan
la necesidad de un ideal para vivir: “El deseo satisfecho hastía; la ilusión
realizada mata”. Es necesario anhelar siempre un ideal, cuanto
más irrealizable y lejano, mejor.
El sueño, relacionado con el tiempo y la soledad, es
un refugio contra la vida y contra la muerte.
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Tema dominante asociado al planteamiento filosófico
de la necesidad del hombre del encontrarse a sí mismo, para lo que es
necesario encontrarse en soledad. En Azorín,
Machado, Juan Ramón y Rubén Darío aparece
como vivencia personal unido a la melancolía.
Antonio
Machado es el poeta de la soledad.
Palabras como soledad, solo, silencio
son recurrentes en su obra. Se aprecian en él dos épocas en el tratamiento
del tema: una intimista (Soledades),
donde la soledad traduce la ausencia de
sentimiento amoroso, y otra existencial,
objetiva (Campos de Castilla) que le
lleva a reflexionar sobre este tema.
Para Unamuno, como para Quevedo, “la vida es
soledad”, problema existencial sólo resuelto por la muerte.
En Juan Ramón
Jiménez la soledad también está presente en todos sus escritos.
Evoluciona desde una interpretación romántica hasta la religiosidad personal,
en donde gracias a la soledad plena consigo mismo, encuentra la forma de
llegar a Dios.
Junto al pesimismo vital, coexiste un impulso
vitalista que se traduce en el deseo de gozar del mayor número de
sensaciones. Por influencia francesa, se pone de moda el escritor bohemio,
rebelde, de vida irregular, excéntrico...También se produce una vuelta a la
Naturaleza a la valoración de todos sus elementos. El color y la
descripción adquieren gran valor en el Modernismo literario, donde se
intenta apresar la realidad. La pintura y sus técnicas son muy utilizadas,
especialmente por la poesía (metáforas, sinestesias), pero también por los
prosistas (Azorín utiliza un estilo pictórico (“El color atrae a los
escritores del 98”, dirá).
El sentimiento de desencanto que provoca el nuevo
siglo viene de considerar la brevedad
de la vida y la obsesión por la muerte. Las circunstancias sociológicas,
históricas y políticas influyen en los autores modernistas, al igual que las
doctrinas preexistencialistas, que juzgan la vida y al hombre en sus aspectos
más negativos.
El tono pesimista tiñe muchas composiciones de Rubén Darío. Se refiere a la
existencia humana, pero también a la realidad histórica de España y a los
problemas sociales.
El símbolo de Caín (la España cainita) como ejemplo
de envidia es un leit-motiv en Unamuno, Rubén y A. Machado. “El mundo es miseria, es abismo incomprensible”, dirá
el nicaragüense.
Las preguntas sobre el sentido de la vida provocan
en todos los escritores respuestas negativas. Azorín dirá: “¿Qué es la vida? ¿Qué fin tiene la vida? ¿Qué
hacemos aquí abajo? ¿Para qué vivimos?
La desesperación y la angustia ante la constante presencia de la muerte se acentúan
en ellos.
Unamuno dirá: “La tumba es cuna y la cuna tumba” (su
desconfianza en la vida ultraterrena le hace llegar a la nada.
Juan Ramón
ve la vida como muerte en movimiento; siente horror
ante la enfermedad y la muerte.
Esta actitud desengañada se plasma en otros temas: la interpretación de la historia, la
preocupación por España, la recuperación de autores y obras del pasado, el
descubrimiento del paisaje español, la interpretación del arte y los artistas
del pasado y del presente, la psicología del pueblo español (estudiado a
través de personajes y mitos literarios, como D. Quijote, la Celestina...) y el deseo de relacionar y enriquecer lo
español con lo europeo.
Estos temas también están presentes en Rubén, Juan R. Jiménez, Valle-Inclán.
La preocupación por el lenguaje, en su fondo y forma, es constante en todos
ellos.
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